He's gone
Y se fue Magnano nomás. ¡Qué rara sensación! Complicado de describir. La primera imagen que tuve para equipararlo, para compararlo, fue el de la ruptura con esa novia a quien uno respeta mucho: le desea lo mejor. Y así es. Sin dudas que es así.
Rubén Magnano, cordobés de nacimiento, ganador por costumbre. Siempre se le otorgó un paralelismo con Bielsa que nunca compartí demasiado. "Quiero a Bielsa porque es honesto", como dando a entender que los anteriores no lo fueron. Pero ése es otro cantar...
Año 2000, Torneo Internacional Super 4 en el Héctor Etchart de Caballito. ¿Quién iba a pensar que este técnico, que contó sus tres primeros partidos en el debe (España B, Brasil y Eslovenia) iba a convertir a nuestro país en campeón olímpico, subcampeón mundial, lograría ganarle dos veces a USA con jugadores NBA y terminaría siendo posiblemente un gran semillero de jugadores?
Posiblemente nadie, o casi nadie. En este país exitista como pocos y carente de cultura basquetbolística como muchos, Magnano acuñó unas cuantas virtudes: mesura, responsabilidad, liderazgo y, sobre todo, algo que escasea por estos lares: coherencia. La coherencia no se compra en el super de los chinos a la vuelta de casa ni es inyectable. No. Viene de la cuna. Y este tipo tiene en cantidad, para donar diría.
Suerte.
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