Ser padres hoy
Asumo que ser padre o madre no es una cuestión de intereses. En realidad, debiera haber únicamente un solo interés, el de hacer feliz al hijo que uno trajo al mundo. Esto, en teoría, no debería generar conflictos, no debería pasar por un tira y afloje, ni eventual ni constante. Pero cuando uno está separado, y las obligaciones son distintas en muchos casos y compartidas en otros, a veces esos puntos se tocan, se rozan, se exploran.
Ayer, después de muchísimo tiempo (realmente mucho, seguramente de antes de empezar a ser pareja) pude hablar por MSN con Natalia a pedido de ella. Hablo con ella y con mi hija todos los días, Lucía me imita todos los animalitos habidos y por haber (desde Frida -la perra de la casa- ) hasta el caballito que vio por la ruta, pasando por gatos, gallinas, gallos y creo haberle escuchado el grito de una hormiga (???).
Como padre, pero además como enamorado de mi hija, siempre, SIEMPRE, quiero estar con ella, poder disfrutarla....aquello de lo que alguna vez hablé y traté de expresar: las ganas de tener lo que uno no tiene. O lo que se sabe lejos en lo inmediato, en lo cercano, tanto en tiempo como en distancia.
Mi idea original no distaba de lo que muchos padres pretenden cuando están separados y viven lejos de sus hijos: estar una semana con ella, especialmente y en la medida de lo posible, para Navidad (fecha especial si las hay para mí, por varios motivos), traerla a esta loca ciudad, y que pudiera estar con su papá, con su abuela y con su tía. Además de con sus tíos postizos.
Pues no: el pediatra recomienda no hacer eso en una nena tan chiquita por "posibles ataques de pánico". Está claro que estoy loco, pero no demente: no voy a contradecir indicaciones médicas, jamás lo hice, no lo tengo pensado hacer, ni ahora ni nunca. Ahora, doctor, ¿qué hacemos con este padre que sufre de abstinencia de amor? ¿Alguna posible solución? ¿Sólo un Valium para los nervios? ¿Me pongo a fumar por primera vez en mi vida para matar la ansiedad?
Es básicamente lo que planteé. No es precisamente mi relación con Natalia (a esta altura, para quien no se dio cuenta: la mamá de Lucía) una relación pletórica de momentos tensos. Nunca lo fue, y no lo es, y ojalá nunca se convierta en ello. Pero me llena de pena, de bronca y de otros adjetivos calificativos similares el no poder estar con ella de la forma en la que pretendo. Por mi mamá, por mi hermana, pero fundamentalmente por mí. Por todo el sufrimiento, el dolor y la cantidad de lágrimas derramadas. Por extrañar, por amar a la distancia.
Mientras tanto, voy tachando los días en el calendario.... Quedan 15... y contando. Mientras tanto, sigo tomando clases de "papá a distancia". Como el UBA XXI, pero más complicado que una puta materia.
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