Vero
Reconozco que ha sido la persona que más me ha acompañado a lo largo de más de diez años. Y nada en particular motiva esto, el escribirle, el pensar en ella, absolutamente nada. De hecho, hace más de un año que no la veo, siempre hablamos (¡cuando nos acordamos que existimos!) e intentamos combinar una supuesta salida que nunca se concreta, y así sucesivamente, pasan los días, meses, a esta altura años...y siempre está.
Creo que hubo dos momentos que me marcaron demasiado su amistad. Con Vero compartimos fanatismos (Depeche Mode, fundamentalmente), colegio (egresó del secundario el mismo año) y, lamentablemente, la ausencia de nuestros papás. Ambos tenemos hermanos de la misma edad (mi hermana Adriana y el "osito" -mide casi dos metros el cristiano- ). El día que fui a saludarla post muerte de su papá, me atendió Lia, su mamá. La cara lo decía todo...y creo que la mía también. Hasta ese momento Verónica no había pasado más que de una amiga "común" (como si los amigos comunes existieran), y desde ese día creo que la sensación de acercamiento fue tal que nunca, pero nunca, hubo alguien que ocupara su lugar. Mucho tiempo después empecé a tener realmente amigos varones, y otras amistades mujeres que me confiaron mucho de ellas y en quienes yo pude depositar mi confianza, abrir mi corazón y lo que me pasa por el marote. Pero nadie como Vero. Nadie. No hay necesidad de hablar demasiado, siquiera de decir cosas que le lleguen al otro. Una mirada, nada más. Un mail, mínimo e indispensable. El saber que está, por más laburo, facu u otras actividades que nos tapen.
Lo otro fue muy raro, muuuy raro, y en el momento que se lo confesé, hasta me dio pudor. Principios del '98, yo charlando (no sean malpensados, realmente charlando) en una cama de dos plazas con R. Me pregunta cómo comienza mi amistad con Vero, de dónde la conocía, etc. Cuando llegamos a la respuesta del ya típico "su familia", comienzo a relatar una situación que yo conocía como actor secundario: en el colegio, al saber que "el osito" no tenía plata para pagarse la matrícula, sus compañeros hicieron una colecta y se la pagaron. A partir de allí, no se entendió nada más. Todo fue una catarata de lágrimas, una tras otra. Acto seguido, y sin haber tenido experiencias similares pasadas, comencé un ataque de nervios que terminó felizmente unas dos horas después. Nada me podía frenar, no podía cortar esa situación con nada del mundo. Té, cama, y algún que otro "golpecito" por parte de mi señora madre intentaron, en vano completamente, frenar esa andanada de llanto, desesperación y desconsuelo.
Yo no sé puntualmente si ser el "mejor amigo" de alguien genera estas sensaciones, o si a todo el mundo le ha pasado algo similar. Ni lo condeno ni lo dejo de condenar, en realidad tampoco lo analizo. Para mí eso "es" así. Ella me despierta eso, la sensación de amistad tan pura que puede desembocar en reacciones impensadas. Como este post, que salió de la nada misma.
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