¿Error?
La idea original de este lugar partió de alguien que no está más cerca mío. No importa quién. Lo primero que le comenté, cuando me lo propuso, fue "yo no podría tener un blog. Lo leería demasiada gente".
Y no sé si lo lee demasiada gente. Sí sé que lo lee gente que está interesada en lo que pienso, digo y siento. No es mucha por cierto. Algunos de ellos tienen las mejores intenciones y me acompañan, me entienden (tarea complicada si las hay) y otros respetan mis palabras como si fueran un axioma fundamental de este planeta. Y hay otros a quienes lo que digo les incomoda, los pone en situaciones inesperadas, los lleva a recuerdos que no quieren traer a sus mentes, y seguramente en el background de ese proceso, me llevaré conmigo alguna que otra puteada, se acordarán de mi madre, de mi tía, de mi hermana y de la lora que nunca tuve.
Visto y considerando esa situación, o las que yo al menos me imagino (aunque sé que algunas son reales y concretas), es la primera vez que sinceramente me he planteado cuánto sirve tener un lugar así. Hasta ahora no había llegado a ese punto, no sé si por no ser conciente de ciertos problemas que puedo llegar a generar con lo que digo o pienso, o porque a alguna que otra palabra propia no le encuentro sentido más allá de hacer catarsis de ciertas situaciones, pasadas, presentes, e incluso futuras.
Cuando este lugar pretendía tener un perfil determinado, me leían dos o tres, la cosa quedaba entre nos, y nadie podía llegar a entender (salvo este par de individuos) que un pick n' roll define un buen ataque fijo, o que un tiro de tres puntos apurado se puede convertir en cinco puntos en contra. Pero el hablar de amor, de lágrimas, de recuerdos, regalos y hasta de tortugas despierta notoriamente otras reacciones. Incluso en mí. Me despierta más a escribir otras cosas, me llama a dejar de lado cierta "banalidad basquetbolística" para dedicarme a la "honestidad brutal" que ya comenté con mi mamá, con mi hija, con mis parejas pasadas, y con mi actualidad, con las cosas que me afectan, para bien o para mal. Sobre todo estas últimas, que hoy día son amplia mayoría.
Ni tengo idea de qué tratará el próximo post. El de mañana, el de pasado. Seguramente hacia el fin de semana hablará de Lucía, de sentirme el papá más feliz del mundo, y de lo mucho que indefectiblemente la extrañaré con el paso del tiempo. Pero hoy siento que digo "a" y a alguien eso le afecta. Bien, regular o mal, pero afecta.
Y, les aseguro, no es una sensación cómoda. Todo lo contrario. Sobre todo cuando lo que uno dice tiene formato de golpe bajo en un tercero.
Asumo que una mancha más al tigre no le hace nada. Y ya tengo varias manchitas, algunas del sol del otro día, otras ya las conocemos...
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