La ley del embudo

"La más buena con el más boludo", se decía, o se dice. Un dicho que nunca me acostumbré a mencionar demasiado, quizá porque los dichos que conozco se me pegaron de mis viejos, y por ende parecieran ser atemporales.

Pero algo de razón hay en ello. A veces los hombres nos quejamos que un par nuestro se queda con la más bonita, con la que mejor cuerpo tiene mientras nosotros, con la sangre en el ojo, decimos "esa mina no le puede dar bola a semejante aparato". Envidia que le dicen.

Usar la palabra "buena" con otra connotación, ésa es mi idea. Y tengo que reconocer que estuve con una mujer muy buena. Realmente muy buena. Y si bien no la amo, reconozco que la extraño. Será su compañía, será su sonrisa, tal vez el estar "de a tres", no lo sé. Pero en estos días me tomó por sorpresa cierta nostalgia que no me había pasado antes, al menos en el pasado inmediato.

Muchas veces me pregunto, o me cuestiono en realidad, qué mierda que puede llegar a ser el amor de pareja. Qué cruel resulta estar enamorado de alguien que quizá no merece la atención de uno, y no estarlo de quien uno sí estaría orgulloso de estarlo. Es como jugar con cartas equivocadas, o ir a contramano del mundo. O al menos de lo que uno piensa que es correcto. Pero, como dice una promo, "el destino es inevitable". Y si bien hoy me encuentro solo, como dice el tema "Bajo la rambla", también sé que hubo un tiempo que fue hermoso (hoy estoy netamente musical). Y en el que, por más que no estuviera enamorado, sentía que estaba con la persona correcta.

Hoy esa persona es la mamá de mi hija. Es la persona que me acompañó durante dos años y medio. Quien me hizo inmensamente feliz, y a quien intenté, con victorias y derrotas, hacer feliz. It didn't work. Y si bien la nostalgia me invade hoy, sé que voy a ser el tipo más feliz del mundo el día que ella me pueda decir "estoy enamorada de tal". Y no voy a sentir envidia. Ni voy a pensar que la más buena está con el más boludo.