Borrón y cuenta nueva (Ultima parte)
"Un día me cansé". Hasta ahí no dijo nada que no me imaginara. Que no pasara por la cabeza de todas las personas cuando deciden hacer un giro de 180 grados, o cuando la vida los lleva a girar y ponerse de otra forma frente a la realidad.
Según me cuenta, empezó a ver las cosas de otra manera. A entender un poco más, como a él mismo le gusta decir, "de qué se trata todo esto". A mirar fotos de su hija, por más que no la tuviera cerca. A creer en sus amigos, a crecer con sus amigos. A aceptar realidades, por más que cueste asumirlas. Hablando justamente de asumir, aprendió a asumir ausencias. Como le gusta decir y como se encargó de aclararme, según su visión de las cosas y de la vida en general, "asumir" no significa "superar". Las ausencias no se superan, se asumen. Los problemas de por vida (si es que existen) no se superan, se asumen. Con el tiempo uno comienza a lidiar con ellos, porque sabe que están, que existen, que persisten. Que son como el sol con un vampiro: está, ahí, presente, siempre, mientras que el vampiro no lo tenga enfrente y aprenda que de día su vida no tiene sentido, podrá vivir con él, sin enfrentarlo.
Una de las formas que encontró para cambiar un poco su vida es empezar a reírse más. Otra fue empezar a darle la importancia debida a las cosas. Me recordó algo que le había dicho un jefe suyo hace ya varios años: lo importante está antes que lo urgente, porque lo urgente puede no ser importante. Hace un par de días me enteré que esa frase está en un libro, que es conocida por varios, uno que a veces piensa que las cosas que conoce casi que son exclusivas.
Se equilibró un poco más. Puso cada cosa en su lugar. Encontró una pareja, continuó con su buen trabajo, comenzó a amar cada día un poco más a su hija. Todo en su lugar. Quiso parar el tiempo. Intentó parar el tiempo.
...
El protagonista de esta historia murió al poco tiempo. Suicidio dice la carátula. Suicidio creemos todos. Como suele pasar en la mayoría de los casos, dejó una nota contando que le faltaba muy poco para ser el tipo más feliz del mundo, que todo estaba donde él quería que estuviera todo, que no tenía intención de cambiarlo. Que pretendía dejar congelado ese momento.
No importa saber concretamente la historia de los demás protagonistas de estos tres capítulos. Quizá en otra oportunidad las pueda contar, graficar, establecer. Sí es cierto que muchas de las situaciones escritas en estas últimas líneas tienen mucho de verdad. De una verdad tan cercana que hasta me animaría a decirles que se parece mucho a esa verdad. Esa verdad que algunos conocen y otros descubren. Y otros redescubren. Y yo mismo redescubro mientras tecleo acá en mi casa.
Esta historia podría haber tenido otro final, quizá más feliz, más esperado. Pero no. Terminó como muchas de las cosas que me suelen suceder. El final no es algo desconocido para mí en mi cabeza, lamentablemente. Gracias a Dios fue solo una mala idea. Vaya uno a saber qué cosas me devolvieron a la realidad, qué sentimientos me movilizaron de nuevo para rozar ciertos valores que creía, allá lejos y hace tiempo, un tanto perdidos.
No importa. Hagan borrón y cuenta nueva. Esta historia es plenamente olvidable de acá a cinco minutos.
<< Home