¿Qué hacen acá?
Sigue estando ahí, como la primera vez que la ví, hace dos años, más o menos.
Está con su mamá y su hermanita, entregándolos a todo mortal que pase a no más de 20 centímetros de distancia, de Tigre a Retiro.
Una vende mentitas en el subte A. La otra "regala" estampitas en el tren.
¿Qué hacen ahí? ¿Por qué no están donde deben y quieren estar?
Esta sociedad, tan injusta y tan dura como la realidad (quizá tal vez no sean cosas paralelas, tal vez se comploten para cosas así), hace que las mire a las dos con un dejo importante de compasión. De deseo de algo distinto.
Ella tiene aproximadamente 45 años, quizá alguno más. Sonríe permanentemente, lo cual a uno lo deja con la duda de saber si esa sonrisa se debe pura y exclusivamente a un acto reflejo provocado por los nervios o a una constante actitud ante la vida. Las mentitas las vende a 3 cajas por un peso, eso creo, no puedo ser exacto.
No le puedo prestar demasiada atención a lo que vende.
La otra no es más alta que mi hija. Incluso hasta tiene un brillo en los ojos similar. Lo primero que ví, o imaginé, fue a Lucia allí, haciendo lo mismo con su mamá, o sin ir más lejos, conmigo. De la mañana temprano a la noche, pasando frío, ganando justamente eso que recibe: monedas. A Dios gracias eso no pasa, y espero que nunca pase.
Ojalá tampoco le siga pasando a ella.
Entre ambas debe haber, como mínimo, 40 años de diferencia. Y pareciera que la realidad es la misma para las dos, y pareciera que las dos sufren por exactamente lo mismo, y hasta es altamente factible que así suceda.
¿Qué hacen acá? Usted, señora: ¿Por qué no se va a casa a disfrutar de sus hijos, en su casa, al menos cenando un plato de sopa? ¿Por qué no les sonríe a ellos en vez de a nosotros para vendernos? Sabe una cosa: Usted no merece este lugar. No quiero que lo merezca. No me complace que este sea su hábitat.
Y vos: ¿Conocés los toboganes? ¿Y las hamacas? ¿Cuánto tiempo jugás por día? ¿Le hacés mimos y morisquetas a tu hermanita? ¿La abrazás y la besás seguido a mamá?
40 años de diferencia y la misma realidad, el mismo sufrimiento. Incluso mío, de no verlas donde me gustaría que estuvieran...
(Perdón, pero esto de ver gente en los subtes y en los trenes tratando de ganarle a la realidad a veces golpea más de lo deseado)
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