Papá a distancia
"Complicado, no?"
Eso es lo que me suelen preguntar. Y sí, es complicado. Jodido. Sí, la palabra es jodido. Bastante jodido.
Uno se pierde mucho, por no decir todo. Uno extraña mucho, por no decir todo. Escucho, siento, percibo. Todas y cada una de sus palabras, de sus ruidos, de sus gestos. Pero ni por asomo es lo mismo.
Y cuando estoy...¿qué actitud tomo? ¿Tengo la misma autoridad que los padres "normales" para decirle a algo que sí y a otra cosa que no? A veces asumo no saber cómo reaccionar, cuándo poner los límites, cuándo dar rienda suelta a su creatividad, a una cuota de riesgo que los chicos tienen en cada juego. Y hace algún que otro berrinche, y se reclina en mi hombro, y llora un rato, y ahí sí me siento papá.
Para ser papá a distancia no se hace ningún curso, para colmo. Nadie me dio un libro con instrucciones detalladas de qué decir, qué hacer, cómo acompañar y cómo hacerme presente cuando la ausencia domina. Al menos física. Sé que me siente, sé que "estoy"... pero tampoco me miento: a la vez "no estoy".
Darle besos a un micrófono de un teléfono suena entre loco y desubicado. Pero hoy es lo único que tengo. Creo que eso también me lo enseñó la distancia.
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