Crónica de emociones anunciadas...
Es imposible describir qué es sentirse muy bien y muy mal a la vez. Podría usar otros adjetivos calificativos, podría hacer uso de palabras grandilocuentes como para ser más exacto en la descripción, pero me conformo con decir que estoy "muy bien" y "muy mal".
Es tan lindo y tan corto a la vez. Es tan sano y tan desgastante. Es tan puro. Y tan cruel la distancia. La PUTA distancia. Las putas decisiones de los mayores que luego se terminan pagando con creces.
Lucía es la nena más linda del mundo, la más inteligente, la más divertida y, también, la mejor cuidada. Lucía tiene una mamá que me hace sentir orgulloso de la pseudoelección que hice en su momento (ya conté que yo al menos no elijo de quién me enamoro). Es Lucía quien mejor imita a los monitos y a los caballitos (perdón, no se dice caballo, se dice "co co"), es quien mejor camina tomada de las manos de mamá y papá en puntas de pie (!!!), es quien mejor da besos y quien mejor dice "no" cuando no quiere dar besos.
Es quien mejor pronuncia su nombre (lisa y llanamente "Lu"), es la portavoz del "papá" más lindo que alguna vez haya existido, es dueña irrefutable de la sonrisa más bonita y de la risa más contagiosa.
Y, fundamentalmente, Lucía "es". Igual a ninguna. A ninguna.
Gracias a Lucía por hacerme sentir tan papá. Gracias a todos por hacerme el aguante donde estos días en los que estuve contando hacia atrás constantemente, donde insoportablemente recurría al tema de mi hija. Y fundamentalmente a dos personas: a vos, porque me hiciste compañía todo este tiempo y viviste este viaje tan intensamente como yo. Y a vos, porque agosto del 2004 siempre será un buen recuerdo y un buen motivo para decir "gracias".
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