Sí, enojado. Y qué?
No sé si es sencillo enojarse o no. Asumo que depende la persona, la perspectiva que tenga de ciertos temas, etc.. Me parece que cada vez me enojo con menos facilidad, que he encontrado la manera de enfocar mi enojo en los temas realmente importantes y no dejarle mucho espacio a las estupideces que suelen poner de mal humor a buena parte de la gente.
Al margen de toooooodo eso, estoy enojado. Por mis decisiones, completamente erradas. Por mis bajones dentro de esas cuatro paredes. Por esos besos al aire, por las caricias al monitor. Por pedirte que mires esas estrellas que brillan para vos. Por escuchar esas canciones que me hacen mirar a la ventanilla, donde nadie me ve.
Enojado por apostar y perder, enojado por apostar más de lo que los demás apuestan. Enojado por no ganar. Y enojado por no poder apostar de nuevo.
Culpar de todo a la suerte sería una salida no sólo poco elegante, sino también injusta. No todos tienen mi suerte, e intento disfrutarla. Sobre todo cuando me doy cuenta que tengo lo que muchos querrían tener: una hija preciosa, trabajo, salud, y alguna que otra cosa más. Pero eso no me quita el enojo. Quiero más. Quiero mejor. Quiero más lindo, y sobre todo, me encantaría querer no enojarme. Pero es así, no hay caso.
Debe ser mi naturaleza. No se preocupen, de acá a diez días me ocuparé de otras cosas, se me irá el enojo para conmigo y para con otras personas, y volveré a escribir las mismas huevadas de siempre, con el mismo estilo de siempre y, en definitiva, contando las pocas cosas que tengo para contar.
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