YA voy
"Papá, ¿cuándo vas a venir a verme?"
Así de clarito, concreto y directo encaró Lucia hoy la charla de todos los días, cerca de las 11 de la mañana, como siempre. Ya es un ritual mirar el reloj (el de muñeca, no el de la PC que está quince minutos atrasado y que, como no soy administrador de mi máquina, no puedo modificar) y pasadas las once de la mañana, marcar el número de la mamá (el número de la mamá es mi número, es medio loco y complicado de explicar, pero es así. En síntesis: el teléfono de la pioja) y hablar con ella.
Ultimamente, Lucia ha estado bastante reacia a la charla telefónica, no importa quién esté del otro lado; si yo, mi mamá, mi hermana, el lechero (?) o su propia madre. No sé bien por qué, posiblemente ella quiera usar su teléfono y no el de la madre (me refiero al Nokia que tiene en su caja de juguetes y que, desde ya, no funciona), y por eso se niegue a hacerlo por otra vía.
Cuestión que hoy, no sólo charló animadamente, sino que además arrancó de esa forma. Y mi primer reacción fue una sonrisa que, de haberme podido filmar o fotografiar, seguramente tendría que modificar la configuración del monitor para mostrárselas. No es lindo que una hija extrañe a su padre seguramente, pero visto y considerando mi situación actual, hasta es halagador y entusiasmante, si es que este vocablo existe.
Es una pavada, o pareciera que es una pavada. No lo es, desde ya para mí. Es como que me hubiera dicho "papá, te extraño, quiero que estés acá", o algo similar. Cuestión: tendré que modificar mis futuros planes para diciembre. ¿Hacer dos viajes en menos de 30 días? Sí, puede ser. Todo vale cuando se trata de ella.
<< Home