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La abuela en realidad te anotó 19 días más tarde en el Registro Civil, "para que el nene no hiciera tan chico el servicio militar". Después se dio cuenta (a fuer de sincero, todos nos dimos cuenta) que siempre fuiste grande. Me corrijo, "un grande".
Hiciste a Nora la mujer más feliz del mundo, con dos hijos de la que ella se siente constantemente orgullosa (al menos una hija, de eso seguro). Trataste de inculcarnos todos los valores que aprendiste en la calle, que más que enseñanzas eran "códigos". El respeto por el otro, el ir de frente, el decir las cosas que uno piensa, todos esos intangibles que no se compran a la vuelta de la esquina.
Te rompiste el lomo para que nunca nos faltara nada, perdiste una casa por una reverenda hija de puta que, encima, tuvo el coraje de hacerte juicio. Quizá pensaba que con eso iba a minar tu integridad moral. Jamás. Not for a moment. Pretendiste que fuera hincha de Independiente. No pudiste. Creo que fue lo único que no lograste.
Hoy, como papá, y en una situación totalmente distinta, intento ser el 1% de lo que vos fuiste como padre con Adriana y conmigo. Hoy, como abuelo, te sentirías orgulloso de la nieta que Dios te trajo al mundo. Hoy, como suegro, dormirías aliviado al saber la clase de madre que tiene Lucía. Hoy tu nieta seguramente te extrañaría muchísimo, te haría un concierto de imitaciones de animalitos que ni el propio Nito Artaza lograría empardar. Hoy tu hijo, como siempre para estas fechas, piensa en todo lo que te necesita, vive diciéndole a todos quienes tienen padres vivos que los cuiden mucho y sigue pensando, como a cada momento, como en esa madrugada de miércoles, por qué carajo no estás acá para que te pueda abrazar.
Festejá colgado de una nube que voy a estar mirando hacia arriba constantemente.
Feliz cumpleaños número 59, viejo.
Te quiero mucho. Mucho.
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