Desafíos
Hoy me conecté al MSN y Carla, una amiga que aún no conozco (la conocí vía Net en el foro de mg.com) me preguntó "Uds juegan al básquet siempre entre ustedes o pueden jugar con otra gente? Porque tengo unos amigos que juegan y a quienes quizá les interesaría un desafío..."
Eso me hizo dar cuenta que, al margen de este tipo de desafíos (este es el segundo probable, y aún me deben una revancha de hace seis días), estoy en constante desafío.
Mi desafío hoy pasa por mi interior. "La procesión va por dentro", suele decirse, y en este caso es total y atinadamente aplicable. Por momentos creo que está todo más que bien, y es que realmente me siento así. Pero muchas veces, cuando pasa "algo" (que no siempre es lo mismo), la procesión sale a darse una vuelta y se exterioriza en formato lágrimas y angustia, por lo menos por un buen rato.
Otro desafío es ella. Sé que tengo muchísimas cosas a favor: su comprensión, la manera y la forma que tiene de entender y acompañar mis problemas. Mi desafío para con ella es como un tiro libre en esos 4.70 mts que separan mis pies del aro: sé que no me cuesta hacerlo, pero igual lo tengo que intentar y que puedo fallar, que está en mis cálculos que eso pase (aunque, desde ya, no es lo que tengo pensado)
Mi último desafío es Lucía. Siempre será un constante desafío, el cuidarla, el quererla, el mimarla y el estar, por más que la distancia física sea el obstáculo permanente. Es como querer progresar en cada aspecto del juego, de cómo driblar con la izquierda, cómo mover los pies en una defensa o salir a buscar un tiro después de una pantalla. Es cuidar los detalles al pie de la letra, de mi letra. Ese es mi mayor, y mi más lindo, desafío.
Eso me hizo dar cuenta que, al margen de este tipo de desafíos (este es el segundo probable, y aún me deben una revancha de hace seis días), estoy en constante desafío.
Mi desafío hoy pasa por mi interior. "La procesión va por dentro", suele decirse, y en este caso es total y atinadamente aplicable. Por momentos creo que está todo más que bien, y es que realmente me siento así. Pero muchas veces, cuando pasa "algo" (que no siempre es lo mismo), la procesión sale a darse una vuelta y se exterioriza en formato lágrimas y angustia, por lo menos por un buen rato.
Otro desafío es ella. Sé que tengo muchísimas cosas a favor: su comprensión, la manera y la forma que tiene de entender y acompañar mis problemas. Mi desafío para con ella es como un tiro libre en esos 4.70 mts que separan mis pies del aro: sé que no me cuesta hacerlo, pero igual lo tengo que intentar y que puedo fallar, que está en mis cálculos que eso pase (aunque, desde ya, no es lo que tengo pensado)
Mi último desafío es Lucía. Siempre será un constante desafío, el cuidarla, el quererla, el mimarla y el estar, por más que la distancia física sea el obstáculo permanente. Es como querer progresar en cada aspecto del juego, de cómo driblar con la izquierda, cómo mover los pies en una defensa o salir a buscar un tiro después de una pantalla. Es cuidar los detalles al pie de la letra, de mi letra. Ese es mi mayor, y mi más lindo, desafío.
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